El haberío de la granja se mostraba inquieto, parecía como si todos los animales entonaran al unísono una lúgubre melodía que ponía los bellos de punta. La noche era cerrada y fría, la oscuridad que reinaba en la finca era absoluta. Las primeras gotas de agua cayeron sobre el árido terreno; de inmediato comenzó a emanar un denso aroma a tierra mojada. Paul, se encontraba agazapado entre el denso follaje, sus sentidos estaban alerta, escrutaba con mirada felina cada centímetro del recinto..., la carabina que sostenía de forma firme en sus manos tenía el seguro quitado. Un repentino crujido proveniente de una rama a sus espaldas, le hizo girase apuntando con nerviosismo a la oscuridad, su respiración cada vez más agitada mostraba su latente nerviosismo. Asió la linterna he iluminó el lugar de donde procedía el sonido a la vez que apuntaba con su arma. Dio varios barridos con el débil haz de la linterna, el terror que sentía le jugaba malas pasadas, a menudo veía extraños seres creados por las sombras y su propia imaginación...
De nuevo otro extraño sonido que le sobrecogió el alma se escucho a sus espaldas, se giró rápidamente y disparó a la oscuridad. El eco del disparo se perdió en la noche...
Paul estaba tan aterrorizado, que sentía como el corazón se le iba a salir del pecho de un momento a otro. Comenzó a escuchar una especie de silbidos estridentes que eran respondidos desde diversos lugares a su alrededor. No podía entender que cosa, o ser, era capaz de crear esos espeluznantes sonidos. Por más que observaba a su alrededor y agudizaba sus oídos, no conseguía ver nada. De pronto la pequeña bombilla de su linterna estalló, una exclamación visceral salió de lo más profundo de su ser...
Esos extraños ruidos se apreciaban con mayor nitidez. De nada sirvieron los cinco disparos que iluminaron la oscuridad con sus fogonazos. Paul se sentía observado, sin duda alguien estaba allí, en mitad de la oscuridad y acechándole.
Sintió un grotesco escalofrío, una tremenda punzada de pánico cuando sonó el clic... la munición de su arma se había agotado. Echó a correr presa del pánico, detrás a pocos metros aquellos ruidos parecían burlarse y jugar con él. De pronto, cayó al suelo y antes de que se pudiese levantar se quedó petrificado... Como si todo estuviese orquestado: una bonita y radiante luna llena iluminó con tal intensidad, que pareció hacerse de día ante él; cuatro seres de tez verdosa, de cabezas desproporcionadas en comparación con sus pequeños cuerpos y grades ojos oscuros y almendrados le miraban con intensidad. Eran de pequeña estatura, sus brazos alargados parecían querer tocar el suelo, caminaban hacia Paul con paso lento pero decidido...
Quiso gritar, pero no pudo... intento levantarse una y otra vez pero su cuerpo no respondía, estaba sumido en una repentina parálisis, notó como poco a poco su cuerpo se iba entumeciendo cada vez más... Miles horrendos pensamientos y temores sacudieron su mente. Uno de aquellos seres tocó la frente de Paul con suavidad. Al instante, sintió paz, un sosiego indescriptible, su cuerpo se elevó lentamente trasportado por un haz de luz casi cegadora y corpórea, que pareció surgir de la nada. Los cuatro seres también se elevaron formando un círculo alrededor de él.
Aunque su cuerpo no respondía a sus mandatos en ningún momento perdió la conciencia. Fue trasladado por un estrecho pasillo bien iluminado, como si fuese transportado en una camilla invisible, flotando en el aire. Percibía todo cuanto acontecía en su entorno. Sus ojos nerviosos observaban atónitos con una mezcla de estupor y temor, el interior de una compleja nave extraterrestre. Se adentraron en una amplia sala, que a simple vista parecía un laboratorio muy avanzado... lo último que vio, fue a uno de aquellos seres aproximar su asqueroso rostro hacia él, mientras mostraba unos dientes afilados, grises y pequeños...
Despertó de golpe, con un sobresalto, el sudor se deslizaba por su frente. Había sido un mal sueño...
Apartó la manta y gritó pavorosamente...
Paul, había sido mutilado cuelmente de cintura hacia a bajo.