Capítulo 1
Quiero dedicar este primer capítulo a mi amiga Viperina...
Espero que sea de tu agrado.
En la guayaba Francesa, la isla del Diablo se había convertido en poco tiempo en uno de los lugares más turísticos del planeta. Todo comenzó cuando una de las famosas estrellas de Hollywood, tuvo la brillante idea de perderse en sus angostas tierras, sin saberlo promovió una inexplicable peregrinación que invadió la pequeña extensión de tierra. La globalización fue desmedida, en apenas cinco años, nada quedaba de lo que antaño fue la tranquila isla. Los tremendos edificios, rascacielos y complejos turísticos se apretujaban intentando arañar el sol.
John Packer, era uno de tantos trabajadores que viajaron hasta allí en busca de un empleo estable. Trabajaba como camarero en el mayor de todos los complejos, el Hotel Empire, un monstruo atiborrado de grandes ventanales que parecía tragarse el mar, prácticamente ocupaba seis Kilómetros cuadrados, con su respectiva porción de playa, donde las tumbonas y las sombrillas apenas dejaban ver un solo grano de arena. Como era habitual, llegaba tarde, terminaba de aparcar su viejo ciclomotor de forma precipitada, casi llegando a saltar en marcha mientras se quitaba el casco y se sacudía los mosquitos que había pegados en su inmaculada camisa blanca, mientras se dirigía interior de la mole. John, físicamente era de estatura normal, de tez pálida y cabellos cortos y rubios como el oro, sus ojos del color del mar buscaban inquietos a Sara, su amor platónico. Ella trabajaba en la recepción, todos sus compañeros sabían lo que ambos sentían mutuamente, pero eran igual de tímidos... bueno y algo más, era muy curioso, incluso tenían cierto parecido y no sólo en la forma de actuar, parecían hermanos, eran dos gotas de agua, aunque cabe recalcar que ella era mucho más atractiva. Su largo cabello rubio y sus exquisitas facciones la hacían parecer un ángel.
-No lo puedo creer, otra vez vuelves a llegar tarde, John- Dijo Sara, mientras se le acercaba.- No sé si recuerdas que ayer el encargado te dio un ultimátum...
-Lo siento, ya sé que no tengo escusa, pero te prometo que no han funcionado ningunos de los despertadores, oye gracias por llamarme-
Sara se quedo con la palabra en la boca... John, ya se había perdido por los enrevesados pasillos que conducían al interior de la barra.
El día transcurrió con normalidad, fue en la noche... cuando Sara aguardaba en una de las mesas de la terraza. John le llevaba una generosa ensalada y algo de beber, estaba a escasos metros cuando quedó paralizado. Era el único que se había dado cuenta, miles de gigantescas naves espaciales de variopintos tamaños pasaban a gran velocidad, Sara al ver la expresión del rostro de su amigo miro hacia donde él tenía clavada la mirada con esa extraña expresión. Sara dio un respingo mientras gritaba- ¡Que es eso!- nadie respondió a sus preguntas...
Cada vez se veían más naves, algunas a muy baja altura, otras estaban descendiendo. Muchos de los presentes echaron a correr presas del pánico. Estaban por todas partes...
John, recordó la séptima profecía Maya, el fin del mundo... el apocalipsis sería el 22 diciembre del año 2012, justo el día que vivían... Boquiabierto observaba como extraños seres que destrozaban todo lo que tocaban, se iban abriendo camino hacia ellos de forma amenazante. Los primeros seres que se dejaron ver eran de escasa estatura, más bien tenían cierto aire de ser maquinas, daban la impresión de ser enormes cortacéspedes.
John no lo dudo ni un instante, se armo con una silla y comenzó a golpear con violencia a uno de ellos. Sara permanecía tras él aterrorizada. Después de varios golpes el ser pareció perder el conocimiento, pero de nada servía la invasión era indescriptible, en apenas unos segundos los invasores se contaban por millones. John y Sara fueron rodeados por bípedos con cabeza de toro, uno de ellos arremetió contra John con tanta fuerza que salió despedido por los aires, aterrizando bruscamente a varios metros de distancia. Sara estaba allí rodeada por aquellos extraños seres impasibles. John se levanto furioso temiendo por la integridad física de su amor platónico. Acertó varios puñetazos en la cara de aquel toro con forma humana, pero ni siquiera movió su rostro al sentir los impactos. Su poderosa y peluda mano, sujeto a John por el cuello y lo levanto sin esfuerzo. John podía vez con el rabillo de su ojo a Sara en la misma situación. Sintió una exagerada punzada de dolor, habían atravesado su espalda... antes de que perdiese el conocimiento, escucho hablar a aquella bestia.
-Necesitamos vuestra medula-Al instante todo se cernió en la oscuridad...
John Packer, era uno de tantos trabajadores que viajaron hasta allí en busca de un empleo estable. Trabajaba como camarero en el mayor de todos los complejos, el Hotel Empire, un monstruo atiborrado de grandes ventanales que parecía tragarse el mar, prácticamente ocupaba seis Kilómetros cuadrados, con su respectiva porción de playa, donde las tumbonas y las sombrillas apenas dejaban ver un solo grano de arena. Como era habitual, llegaba tarde, terminaba de aparcar su viejo ciclomotor de forma precipitada, casi llegando a saltar en marcha mientras se quitaba el casco y se sacudía los mosquitos que había pegados en su inmaculada camisa blanca, mientras se dirigía interior de la mole. John, físicamente era de estatura normal, de tez pálida y cabellos cortos y rubios como el oro, sus ojos del color del mar buscaban inquietos a Sara, su amor platónico. Ella trabajaba en la recepción, todos sus compañeros sabían lo que ambos sentían mutuamente, pero eran igual de tímidos... bueno y algo más, era muy curioso, incluso tenían cierto parecido y no sólo en la forma de actuar, parecían hermanos, eran dos gotas de agua, aunque cabe recalcar que ella era mucho más atractiva. Su largo cabello rubio y sus exquisitas facciones la hacían parecer un ángel.
-No lo puedo creer, otra vez vuelves a llegar tarde, John- Dijo Sara, mientras se le acercaba.- No sé si recuerdas que ayer el encargado te dio un ultimátum...
-Lo siento, ya sé que no tengo escusa, pero te prometo que no han funcionado ningunos de los despertadores, oye gracias por llamarme-
Sara se quedo con la palabra en la boca... John, ya se había perdido por los enrevesados pasillos que conducían al interior de la barra.
El día transcurrió con normalidad, fue en la noche... cuando Sara aguardaba en una de las mesas de la terraza. John le llevaba una generosa ensalada y algo de beber, estaba a escasos metros cuando quedó paralizado. Era el único que se había dado cuenta, miles de gigantescas naves espaciales de variopintos tamaños pasaban a gran velocidad, Sara al ver la expresión del rostro de su amigo miro hacia donde él tenía clavada la mirada con esa extraña expresión. Sara dio un respingo mientras gritaba- ¡Que es eso!- nadie respondió a sus preguntas...
Cada vez se veían más naves, algunas a muy baja altura, otras estaban descendiendo. Muchos de los presentes echaron a correr presas del pánico. Estaban por todas partes...
John, recordó la séptima profecía Maya, el fin del mundo... el apocalipsis sería el 22 diciembre del año 2012, justo el día que vivían... Boquiabierto observaba como extraños seres que destrozaban todo lo que tocaban, se iban abriendo camino hacia ellos de forma amenazante. Los primeros seres que se dejaron ver eran de escasa estatura, más bien tenían cierto aire de ser maquinas, daban la impresión de ser enormes cortacéspedes.
John no lo dudo ni un instante, se armo con una silla y comenzó a golpear con violencia a uno de ellos. Sara permanecía tras él aterrorizada. Después de varios golpes el ser pareció perder el conocimiento, pero de nada servía la invasión era indescriptible, en apenas unos segundos los invasores se contaban por millones. John y Sara fueron rodeados por bípedos con cabeza de toro, uno de ellos arremetió contra John con tanta fuerza que salió despedido por los aires, aterrizando bruscamente a varios metros de distancia. Sara estaba allí rodeada por aquellos extraños seres impasibles. John se levanto furioso temiendo por la integridad física de su amor platónico. Acertó varios puñetazos en la cara de aquel toro con forma humana, pero ni siquiera movió su rostro al sentir los impactos. Su poderosa y peluda mano, sujeto a John por el cuello y lo levanto sin esfuerzo. John podía vez con el rabillo de su ojo a Sara en la misma situación. Sintió una exagerada punzada de dolor, habían atravesado su espalda... antes de que perdiese el conocimiento, escucho hablar a aquella bestia.
-Necesitamos vuestra medula-Al instante todo se cernió en la oscuridad...