Kymbawa
Eran las tres de la tarde, el sol parecía enfurecido, la temperatura superaba los 43º centígrados a la sombra... Un padre y sus dos hijos; una niña de nueve años y un chico de trece, corrían a través del seco y agrietado suelo por salvar sus vidas. Apenas hacia unos minutos abandonaron a escondidas el pequeño poblado situado a unos 20 Kilómetros de Banjul cenca del río Gambia. Los soldados de la milicia rebelde habían irrumpido en la pequeña aldea dando muerte a todo el mundo, sin hacer ningún tipo de distinción masacraban brutalmente a hombres, ancianos y niños, las mujeres eran violadas y después ejecutadas a sangre fría, en muchas ocasiones en presencia de sus propios hijos y maridos... No existen palabras para describir aquel baño de sangre.
Todavía podían escuchar en la lejanía el sonido de los disparos que rompían el aire... Desde allí podían discernir las enormes cortinas de humo negro que se elevaban intentando rozar el cielo.
Estaban exhaustos pero aún así no dejaban de correr, el terror era su mejor aliado ya que les otorgaba las fuerzas necesarias para seguir corriendo traspasando los límites de sus propios cuerpos. La salvación estaba a la otra orilla del río a unos quince minutos de su situación. La niña cayó al suelo, el padre se volvió y la cogió en brazos, mientras alentaba a su hijo Kymbawa a seguir corriendo sin mirar atrás.
Poco a poco, el padre y la niña se fueron quedando atrás... Kymbawa se paraba de vez en cuando para esperar a su padre y a su hermana, pero los gritos desmesurados de su progenitor le instigaban a seguir hacia delante, y a salvar su vida sobre todas las cosas. Apenas restaba un kilómetro para alcanzar el río Gambia, cuando se comenzó a escuchar el rugido rabioso de un viejo vehículo de la milicia... No había lugar alguno para esconderse en aquella explanada infinita, los ojos del padre mostraron un terror inenarrable. Dejo a su hija en el suelo y se armo de una seca rama que casi se desmoronó al asirla en el aire... alentó a su hija a seguir corriendo. Pero en lugar de obedecer a su padre, se arrodilló en el suelo y comenzó a sollozar, antes de encontrarse cara a cara con el vehículo militar pudo ver como Kymbawa, estaba muy cerca de la orilla del río. Una ráfaga de disparos, sobresalto al padre, instintivamente miró su cuerpo, no estaba herido, se giró hacia su hija y la vio convulsionándose en la arena. Un tremendo alarido mezcla de dolor, impotencia y rabia emanó con violencia de lo más profundo de su ser. Su rostro trasformado por la ira, hizo reír a los soldados... el padre se lanzó hacia ellos como una fiera y como tal fue abatido por los disparos de sus fusiles...
Agazapado entre el follaje de la orilla del río, Kymbawa pudo ver como un soldado se lanzaba del vehículo para descargar el cargador de su arma en el cuerpo inerte de su padre...
Sus ojos se llenaron de lágrimas... Se tiró al agua, mientras se tragaba su llanto, cruzó el río...
Aquí comienza su historia...
CONTINUARÁ...