martes, 17 de noviembre de 2009

Cosas del Destino...




05:00 AM
Como cada madrugada, el despertador de Elías, comenzó a sonar de forma estridente...
Elías, normalmente solía regocijarse bajo el edredón varios minutos más junto a Melisa, su mujer, pero en aquella ocasión se levanto de la cama, como si fuese impulsado por un resorte.
Miró a través del cristal de la ventana, para elegir mejor su ropa, pero sólo pudo percibir la densa oscuridad... entonces abrió la ventana y un frío cortante le invito a cerrarla nuevamente, la ropa ya estaba elegida, algo que abrigara muchísimo.
En aquel momento no pudo evitar acordarse de las personas que viven en la calle...
-¿Cómo podrán soportar ese frío?- se preguntó.
Intentó quitarse ese pensamiento de la cabeza mientras se aseaba, pero en su mente se repetía la misma pregunta de forma constante, como un eco.
Sin saber muy bien por qué, se tomó el café en dos tragos y bajó rápidamente a la calle, cosa poco habitual en Elías, ya que le gustaba deleitarse con el café y, ver en el televisor los primeros avances informativos de su cadena favorita, antes de irse a trabajar.
Cuando ya estaba cerca de su vehículo, comenzó a escuchar un llanto lastimero y entrecortado de un animal que no era capaz de identificar. El sonido parecía provenir de varios contenedores de basura que había muy cerca de su coche.
Se aproximó aún más...
Ahora se escuchaban con mayor nitidez, al principio pensó que podría tratarse de un gato encerrado en uno de los contenedores, pero... ese quejido, ese llanto, no era de un animal.
El corazón de Elías se aceleró de golpe, un escalofrío recorrió todo su cuerpo.
-No puede ser...- se dijo, mientras aceleraba paso hacia el contenedor de donde parecían proceder gemidos.
Al abrir la tapa del contenedor, su rostro palideció por momentos, Elías se quedó petrificado por el impacto que le causaba lo que estaba viendo.
Entre la basura, envuelto en una sábana manchada de sangre reseca, había un pequeño bebé que apenas tenía horas vida...         
Elías, miró en todas direcciones buscando a alguien, tenía la certeza de que el bebé no podía llevar mucho tiempo allí. Pero la calle estaba desierta.
Elías, se quitó el abrigo y enrolló en él al bebé. Después lo sacó de allí, fue entonces cuando se dio cuenta que aún tenía el cordón umbilical...
Elías, hablaba al bebé con extrema ternura y cariño, con la intención de calmarlo, pero en vez de eso, el bebé, explotó en un llanto desconsolado.
-Tiene hambre- se dijo Elías.
Elías, se dirigió a casa  rápidamente. Una vez allí despertó a Melisa y le contó detalladamente todo el suceso.
Melisa, apenas podía creer lo que estaba viendo, pero reaccionó con rapidez, puso a calentar un poco de leche, mientras buscaba algo que le sirviera de biberón... Pero no encontró nada.
Años atrás, y después de visitar a varios especialistas la pareja asumió que nunca podrían tener hijos, por lo tanto no había nada que le pudiese servir en casa.   
 Melisa, se valió de la punta de una toalla nueva para comenzar a introducir las primeras gotas de leche tibia en la boca del bebé.
Aquel día, Elías no acudió a trabajar, se quedó en casa con su mujer y junto al que a partir de ese mismo día sería su hijo.
La pareja nunca denuncio el suceso, para ellos fue un regalo de Dios.          
   "LA LIMITACIÓN MÁS GRANDE DEL SER HUMANO RESIDE EN SU PROPIA MENTE."