domingo, 12 de abril de 2009

NOCHES DE LUJURIA



Las luces de las velas temblaban, llenaban la habitación de sombras raras y deformes que parecían tener vida propia, una tenue sintonía arropaba nuestros cuerpos desnudos... nos mirábamos como fieras, como cazadores acechando su presa, haciendo un extraño ritual, estudiando la forma de atacar.
El deseo se escapaba por todos los poros de nuestra piel. Agarré con fuerza sus largos cabellos y la besé, la bese con fuerza. Noté que sus ganas de besarme eran iguales a las mías. Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo, al escuchar un leve y femenino gemido de placer... nuestra respiración se acompasaba y excitaba al mismo tiempo.
El sabor de su boca erizaba mis sentidos, sus uñas arañaron mi espalda cuando penetre su cuerpo, mi cabeza cayó hacia atrás y expiré el aire dejando escapar un tímido quejido del más puro placer. Fundimos nuestras intensas miradas, fundimos nuestros cuerpos...
Sentí todo tu calor, toda tu esencia recorría mi alma. Mis manos inquietas acariciaban su tersa piel, mordí su hombro, su cuello, sus perfectos senos. Respiré su aire, me bebí su esencia...
Indomable, forcejeo conmigo hasta quedar reina sobre mí... me retorcía, pues sus suaves mordiscos bajaban de forma picara por debajo de mi ombligo...
Me derretí, sentía su excitación, sus movimientos rítmicos y mágicos al ritmo de nuestra propia melodía...
Hizo una leve pausa para llenar su boca de frío champagne y siguió torturándome, sentía las burbujas y su lengua jugar con mi sexo. Después me beso de forma apasionada, se sentó sobre mí, comenzó un suave galope que fue incrementando al igual que nuestros alaridos. Un tremendo orgasmo, sentí el cielo a mis pies, una terrible y gustosa descarga de placer alcanzo nuestros cuerpos que se retorcían por los espasmos incontrolables del clímax... Una y otra vez, una y otra vez... viciosos e incansables iniciamos este ritual, hasta que la luz del día descubrió nuestros rostros desencajados por la pura lujuria. Caímos exhaustos, agotados, desnudos dormimos bajo la luz del día, mientras nuestros cuerpos se recargaban para la próxima noche de pasión que en breve se avecinaba.
   "LA LIMITACIÓN MÁS GRANDE DEL SER HUMANO RESIDE EN SU PROPIA MENTE."