En la soledad, sentado sobre una ruda piedra en el jardín, termino de liar un cigarrillo mientras observo las plantas, su vida... la leve y fría brisa acaricia mi cuerpo, elevo mi alma, cavilo, discurro miles de pensamientos, mientras deleito mis oídos con el trinar de las aves. Me planteo la vida, ese tren imparable que jamás se detiene, ante nada y ante nadie...
Pienso en las civilizaciones ya extinguidas que vivieron en armonía con la naturaleza, dónde la mayor de las preocupaciones era vivir, sin más... adquiriendo de la naturaleza todo lo necesario para su existencia. Quizá la esperanza de vida era menor que en nuestra época actual, pero eran felices con lo que tenían... No existía lo material, es más no lo apreciaban.
Que difícil pensar en eso, cuando nosotros somos incapaces de vivir sin tener nada. Es curioso, cuanto más tenemos, más vacios estamos y más necesitamos. Un ordenador, un coche, una casa, el último modelo de teléfono... podría hacer una lista interminable pero todo se resume con la palabra “material”. De nada vale tener cosas, pues no aportan la felicidad, ni siquiera la plenitud. Ya que ese estado de bienestar se obtiene desde el interior de cada individuo y no responde a lo material sino a nuestros sentimientos. A sentirnos bien con lo que tenemos...
Curioso mundo este en el cual habitamos, todas las religiones nos ofrecen un paraíso al final de nuestra existencia. Humildemente creo que ya estamos en él, pero somos nosotros los culpables de que no sea así. Tenemos todos los medios, pero no los aprovechamos, no sabemos... Quizá la evolución, la globalización no sea lo mejor para toda la humanidad, ni siquiera para el planeta.
¿Qué somos? ¿Qué queremos?
Vivimos en un paraíso, pero habitamos un infierno.
HAMBRE, GUERRAS, ATENTADOS, VIOLENCIA, ASESINATOS, ABUSOS A MENORES, VIOLACIONES, RACISMO, MACHISMO, FEMINISMO, VIOLENCIA DE GENERO, ENFERMEDADES, EGOISMO, IMPIEDAD, MATERIALISMO...
Algún día todo cambiará... Realmente estamos aquí para eso.
